Migración, sinónimo de pobreza y marginación
Por Perla Morales
El abandono de una familia por la necesidad de encontrar mejores fuentes de ingresos, es una realidad que continua viviéndose en miles de hogares la república mexicana. Las consecuencias de esta actividad, la migración, ha dejado a comunidades sin jefes de familia y a niños alejados de la figura paterna.
Ésta palabra, migración, cuyo significado esencial hace referencia al movimiento de población de un lugar a otro, sin duda es una situación que coadyuva a nutrir a la llamada diversidad cultural que albergan cientos de naciones, pero al mismo tiempo nos enfrenta a la pobreza y la marginación que no decrece en nuestro país.
Y es que la pobreza y el difícil acceso a un trabajo bien remunerado, es decir, las diferencias de ingresos entre distintas regiones y dentro de la misma, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Población, resulta ser una de las motivaciones para migrar a otros países.
Dicha situación, es una constante en México dada la cercanía con el vecino del norte, pues que el valor del dólar frente a la moneda nacional sea mayor, representa el principal aliciente, pues al ganar más y mejor es posible alcanzar el propósito de tener una mejor calidad de vida.
Pero los factores que impulsan la migración, están más relacionados con el trabajo de los representantes de la ciudadanía, con los gobernantes, con los legisladores que por más que intentan convencernos de su interés por promover el desarrollo de las comunidades, continúan ejerciendo una actitud proteccionista, dando paliativos.
Esto a través de algunos programas de asistencia social, que si bien ayudan a miles de familias a subsistir por un rato, estás acciones no son suficientes cuando no es posible que cambien su condición de vida, condición que nos les permite cubrir sus necesidades básicas, como una buena alimentación y una vivienda digna.
Además de que las personas que no tienen lo suficiente para vivir, también optan por trabajar en la calle limpiando un parabrisas, cantando en el transporte público o simplemente pidiendo una moneda, con lo que se evidencian las carencias de nuestro país.
¿Acaso no se puede vivir bien y dignamente en México? o ¿no existen las oportunidades para aquellos que tengan ganas de superarse?, por lo que prefieren engrosar las estadísticas de emigración.
Si bien la situación es compleja y los factores que motivan éste hecho son diversos; pero ahora y como sucede desde varias décadas atrás se le continua reprochando al gobierno su casi nula asistencia de fondo al problema migratorio, y tal apatía hace pensar en por qué en lugar de pugnar por un acuerdo migratorio con Estados Unidos no se ocupa en crear centros de trabajo, con los que se atienda la enorme demanda laboral y al mismo tiempo se ayude a activar la economía mexicana.
Pero claro, también hay quienes no esperarán que los gobernantes hagan algo por que su vida sea mejor, pues ellos con las remesas que envían a nuestro país se preocupan porque no sólo ellos sino la comunidad a donde vivían en México mejore
Tal es el caso de habitantes de la comunidad de Aguas Blancas en Zimapán, que de acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), denominado Aspectos psicológicos de la condición del migrante en el Valle del Mezquital, detectaron que ahí se dan a la tarea de invertir el capital extranjero para beneficio de la población.
Y tal como ellos mismos lo revelaron, en Hidalgo, la incidencia migratoria es alta, pues tan sólo en Zimapán, uno de los cuatro municipios hidalguenses que registra muy alto grado de intensidad migratoria, además de Pacula, Tasquillo e Ixmiquilpan, entre el 35 y 51 por ciento de los hogares tienen un familiar en Estados Unidos.
Dichas cifras resultan ser sinónimo de la pobreza y marginación que se vive en México, pues la falta de empleos bien pagados y peor aún de empleos, suelen ser las respuestas más recurrentes para justificar el abandono de su país y de sus familias.
Por Perla Morales
El abandono de una familia por la necesidad de encontrar mejores fuentes de ingresos, es una realidad que continua viviéndose en miles de hogares la república mexicana. Las consecuencias de esta actividad, la migración, ha dejado a comunidades sin jefes de familia y a niños alejados de la figura paterna.
Ésta palabra, migración, cuyo significado esencial hace referencia al movimiento de población de un lugar a otro, sin duda es una situación que coadyuva a nutrir a la llamada diversidad cultural que albergan cientos de naciones, pero al mismo tiempo nos enfrenta a la pobreza y la marginación que no decrece en nuestro país.
Y es que la pobreza y el difícil acceso a un trabajo bien remunerado, es decir, las diferencias de ingresos entre distintas regiones y dentro de la misma, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Población, resulta ser una de las motivaciones para migrar a otros países.
Dicha situación, es una constante en México dada la cercanía con el vecino del norte, pues que el valor del dólar frente a la moneda nacional sea mayor, representa el principal aliciente, pues al ganar más y mejor es posible alcanzar el propósito de tener una mejor calidad de vida.
Pero los factores que impulsan la migración, están más relacionados con el trabajo de los representantes de la ciudadanía, con los gobernantes, con los legisladores que por más que intentan convencernos de su interés por promover el desarrollo de las comunidades, continúan ejerciendo una actitud proteccionista, dando paliativos.
Esto a través de algunos programas de asistencia social, que si bien ayudan a miles de familias a subsistir por un rato, estás acciones no son suficientes cuando no es posible que cambien su condición de vida, condición que nos les permite cubrir sus necesidades básicas, como una buena alimentación y una vivienda digna.
Además de que las personas que no tienen lo suficiente para vivir, también optan por trabajar en la calle limpiando un parabrisas, cantando en el transporte público o simplemente pidiendo una moneda, con lo que se evidencian las carencias de nuestro país.
¿Acaso no se puede vivir bien y dignamente en México? o ¿no existen las oportunidades para aquellos que tengan ganas de superarse?, por lo que prefieren engrosar las estadísticas de emigración.
Si bien la situación es compleja y los factores que motivan éste hecho son diversos; pero ahora y como sucede desde varias décadas atrás se le continua reprochando al gobierno su casi nula asistencia de fondo al problema migratorio, y tal apatía hace pensar en por qué en lugar de pugnar por un acuerdo migratorio con Estados Unidos no se ocupa en crear centros de trabajo, con los que se atienda la enorme demanda laboral y al mismo tiempo se ayude a activar la economía mexicana.
Pero claro, también hay quienes no esperarán que los gobernantes hagan algo por que su vida sea mejor, pues ellos con las remesas que envían a nuestro país se preocupan porque no sólo ellos sino la comunidad a donde vivían en México mejore
Tal es el caso de habitantes de la comunidad de Aguas Blancas en Zimapán, que de acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), denominado Aspectos psicológicos de la condición del migrante en el Valle del Mezquital, detectaron que ahí se dan a la tarea de invertir el capital extranjero para beneficio de la población.
Y tal como ellos mismos lo revelaron, en Hidalgo, la incidencia migratoria es alta, pues tan sólo en Zimapán, uno de los cuatro municipios hidalguenses que registra muy alto grado de intensidad migratoria, además de Pacula, Tasquillo e Ixmiquilpan, entre el 35 y 51 por ciento de los hogares tienen un familiar en Estados Unidos.
Dichas cifras resultan ser sinónimo de la pobreza y marginación que se vive en México, pues la falta de empleos bien pagados y peor aún de empleos, suelen ser las respuestas más recurrentes para justificar el abandono de su país y de sus familias.
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